Una vez tratada y apta para el uso humano, el agua ha de ser distribuida hasta el usuario final. Ello incluye las tareas de bombeo y de creación de la presión necesaria para hacer posible que el agua llegue a los domicilios urbanos y a los usuarios industriales y empresariales en las condiciones adecuadas. También implica la construcción y el mantenimiento periódico de las oportunas redes de tuberías.
Aunque el control de calidad de las aguas es una constante a lo largo de todas las etapas del ciclo integral del agua, en esta fase cobra especial relevancia por tratarse del último punto de control de sus características sanitarias y organolépticas antes de ser consumida.
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